Una de tantas historias...
con una guitarra por novia,
nunca he tenido la labia suficiente
para comerme el mundo a bocados.
Sólo me queda la rabia,
un papel y un boli para expresarla
y mil noches pa liarla
hasta caer agotado.
Cuatro paredes no pueden arrebarle las ganas de libertad al preso,
ni tijeras, ni mordazas podrán coartar lo que expreso,
lo que sudo y siento día a día.
Busco vías de escape,
mas no dejaré que me atrape la melancolía,
endorfinas al rescate de un corazón que se duele
más de lo que debería.
Lástima que no pueda disfrutar del momento
que transcurre entre que me acuesto y me despierto,
que no recuerde lo que sueño,
y que sólo tenga emociones fugaces como único sustento.