sábado, 30 de septiembre de 2017

Alambradas mentales (Muros: Parte 3)

Trazad líneas en los mapas
y límites en vuestras conciencias.
Caed en la misma trampa
de ignorancia y de violencia.
Alzad banderas infames,
entonad himnos caducos,
no dejéis que nadie hable,
ni piense y descubra el truco.
Sed víctimas, buscad culpables,
señalad a quien disiente,
votad y que siempre gane
la élite más pudiente.
Haced todo el ruido posible
deformad la información,
lo común será invisible,
la exclusiva, la excepción.
Olvidad aquello que une,
recordad lo que separa,
alabad a quien difunde
el diálogo de las balas.
Anulad a quien cuestione
las naciones y las patrias,
animad al que ambicione
cadáveres frente a tapias.
Más fronteras que arrinconen
a una sensatez famélica,
más desfiles y uniformes,

la misma mentira tétrica.

Profano (Muros: parte 2)

   Un trozo de mí,
un limbo de deseos,
la espera del que ha de partir,
la sombra de otro mal sueño.
Fue fugaz el escarceo
pero eterno el ostracismo
de mil temores pequeños
que formaron un abismo.
Fue un instante en mi recuerdo
lo que me empujó a evadirme,
buscando aliviar mi empeño
de volver a redimirme.
Y me hundí hasta tocar fondo
y no pude plasmar la belleza
que transita por las ganas
de aniquilar mi torpeza.
Soy otra piedra en el pozo
pero no parte de un muro,
soy la lágrima de gozo,
la revancha de lo inmundo.


Diálogos contra una pared (Muros: parte 1)

Donde el miedo se amontona
y las lágrimas devastan las cuencas de los ojos.
Donde la suerte abandona
a quien lo ha apostado todo al designio de su antojo.
Donde la lluvia corroe
la paciencia de aguantar las bofetadas a deshora.
Donde los sueños se esconden
tras hectáreas de maleza salvaje y desoladora.
Donde ya no pintan copas
en las que ahogar la amargura,
aunque ésta acabe flotando
y diluyéndose en el vaso.
Donde cabe un alma rota
donde habita el desengaño,
donde la cura es locura
para inhibir tanto daño.
Donde…
dime dónde.
¿Quizás un ser superior
o un punto en el horizonte?
¿Un dogma como valor
en la barca de Caronte?
¿De qué sirve y dime dónde…?
¿A quién esperas y cuándo
te darás por fin ya cuenta
de que el tren ya se ha marchado?
Implacable, el desencanto
las calles del tiempo frecuenta,
relatos nunca contados,
ostracismos, horas muertas.
El silencio va mermando
palabras huecas, desiertas,
una voz clara estallando
contra un muro de vilezas.