miércoles, 20 de febrero de 2013

Contamina que algo queda


 Una vez más las tornas cambian
y sólo quedan indicios de un pasado de esplendor,
las circunstancias someten, las apariencias engañan,
las mismas historias rancias producen hastío y sopor.
 Goebbels debe estar partiéndose el culo de risa,
su máxima sigue vigente en esta humanidad podrida,
la solución recurrente del suicida en la cornisa
se vuelve mundana, corriente, complicada y retorcida.
 Te han engañado tantas veces
que ya no sabes si eres tú el que está equivocado,
las ganas de no ser crecen,
y estar por estar se convierte
en un devenir absurdo, establecido y calculado.
 No me hables de reformas,
cuando los cimientos no son más que un montón de mierda,
cuando, de derecha a izquierda, el robo es una norma
y cuando la triste verdad sólo es un trasto que estorba.

Coprofilia


 Hablas sin tener ni puta idea
por un segundo de popularidad,
tu boca es un culo bien gordo
en permanente diarrea,
tu cerebro es un gran ñordo
y no puedes parar de cagar.
 Si grito, soy maleducado,
si callo, aún más te molesta,
si pienso, soy descerebrado
y si actúo es perpetua tu ofensa.
 Siempre bajo el foco de unos ojos desquiciados,
cargando con la culpa que parieron mis abuelos,
alimentas tu codicia de temores infundados,
de rumores amasados por intereses siniestros.
 ¿Cuántos inocentes perecieron
por hablar más de la cuenta?
 ¿Cuántos malnacidos se murieron
con víctimas a sus espaldas
y con la sonrisa puesta?.
 Todo este tinglao apesta
y la mugre se va acumulando,
¿pa qué sigues preguntando si ya tienes la respuesta?
empresas, gobierno y partidos,
se lucran con tu sudor y con tu vida están jugando.

Excipientes


 El sonido de las gotas de lluvia
estrellándose contra el suelo,
eso es lo que aspiro a capturar
en un rincón de mi cerebro.
 Bostezos,
voces del aburrimiento
pidiendo a gritos que algo pase.
 Suena la alarma y, quien pueda, que se salve,
las salidas de emergencia están tapiadas
y atadas con cadenas de incomprensión.
 Se abre la veda.
Nos devoramos los unos a los otros
y luego sonreímos como imbéciles.
 Nos creemos rebeldes y somos dóciles,
las teorías son muy fáciles,
pero todos preferimos no movernos del sillón.