viernes, 30 de octubre de 2015

Ida de olla 27

 Ya puedo dejarme los cuernos
currándomelo a destajo,
pese a no tener trabajo,
que seré un farandulero.
Soy músico, soy un vago,
escribo, un aventurero,
no sigo las reglas del juego,
merezco ser marginado.
En este país de borregos,
donde el pastor es un dios
el díscolo es desertor
reeduquémosle, al talego.
Entrego sangre y sudor,
que no suene lastimero,
pero una canción prefiero
a otro cheque al portador.
Pero busco mi sustento
y aquí sólo encuentro trabas,
eres tonto si no tragas
y aceptas con cualquier cosa.
Situación indecorosa,
no empleado, esclavizado,
apocado y sometido,
has de estar agradecido
y pagarte las esposas.
Ser puta y poner la cama,
no quejarse y trabajar,
sea a quien sea pisar
con tal de encontrar la fama.
Una fama que consiste
en aparentar ser lo más
comprar algo pa fardar,
ser gracioso y contar chistes.
Robarle a tu igual el alpiste,
después de ello, alardear,
el pícaro vuelve a triunfar,
lo históricamente triste.
¿Qué nos queda si no abrimos
la mente de una vez por todas?
Soy sincero, aunque te joda,
de aquí no salimos vivos.
Puta mierda, democracia,
puto fútbol, putas modas,
a otro tonto con sus trolas,
no les voy a reír las gracias.
Y no es opio su receta
como rezaba la cita,
sólo es otra pildorita
de su gris publicidad.
Entiéndelo si te peta,
la cosa está bien clarita
si el muerto no resucita,
de nada sirve amputar.


El sendero

Desando el camino y se me hace más corto,
me siento más yo sintiéndome nada,
una ínfima parte de todo este entorno,
la rama del árbol, la piedra en el agua.
Oler las hojas secas y el verdor del pasto,
mojarme con la lluvia y secarme en una hoguera,
comprender que nada es perfecto, ni exacto,
respirar el aire como vez primera.
Observo animales salvajes
y me resulta más inspirador
que ese baile de disfraces
de esa civilización.
Y sigo sintiendo culpa,
que funciona cual motor
carburado con deseos
de ir haciéndolo mejor.
A solas miro con lupa
lo que origina el error,
entre mil y un escarceos
de impotencia y mal humor.
Encuentro esa ansiada esencia
en lo que hay alrededor,
me vuelvo a armar de paciencia
para cargar con mi yo.
En un remanso del río
tiré piedras hasta hartarme
y me sentí otra vez crío,
conseguí despreocuparme.
Mis huellas dejé sobre el fango
en el que nada es perdurable,
el sendero se iba cegando
de maleza impenetrable.
Y yo, a hostias con un palo
combatiendo aquellas zarzas
(vara verde de avellano
contra espinas como dagas)
conseguí acceder a un claro
y contemplé en lontananza,
que cuando todo es aciago,
calma es buenaventuranza.


Y...

Me peleo con las palabras
por no autolesionarme,
transitan pensamientos
con rumbo a ninguna parte.
Infame el desaliento
si no intentas levantarte,
caducos juramentos
no redimen al cobarde.
Estancias donde nadie
se atreve ni espera a estar,
sustancias que consiguen
el temor soliviantar,
quimeras irreales
para cuerdos desquiciados,
cargando a las espaldas
los sueños no realizados.
Que nadie se lleve a engaño...
hay cosas que no se pasan
con el correr de los años.
Hay dolores que agudizan
las ganas de no sentir
y memorias quebradizas
y rencor pa repartir.
Circunstancias y actitudes,
y un tiempo que consumir,
y un espacio que ocupar
hasta dejar de vivir.


Réquiem

Gracias por inculcarme este amor por las letras,
por descubrirme libros, literatos y poetas,
gracias por enseñarme a poner la otra mejilla,
gracias por empujarme a darle vuelta a la tortilla.
Gracias por consentirme, por mimarme y por quererme,
gracias por darme alas y arroparme con tu calma,
quizá no sea lo que quieres, ahora que no estás presente,
pero te llevo tan dentro que formas parte de mí...
Hoy se cumplen ya diez años
de aquella mañana gris,
de aquella maldita llamada
de aquella agonía vil.
Hoy se cumplen ya diez años
desde que te atropellaron,
pensé que lo superaba,
pero no lo tengo claro.
Y no es rencor lo que siento,
sé que no te gustaría,
pero va pasando el tiempo
y me pregunto lo que harías,
al ver que aquellos cimientos
descansaban sobre arena,
al ver que con tu silencio
se avivaron los problemas.