jueves, 17 de octubre de 2013

¿Revolucionario? los cojones.

 Manipulador manipulado,
mal leído, peor hablado,
excusas a un dictador
creyendo que está de tu lado.
 Populismo de etiqueta,
élites bien colocadas,
el Ché está en sus camisetas,
otra marca registrada.
 No veo en qué te diferencias
del capitalista de turno,
pues vendéis el mismo humo
para alcanzar el poder.
 A la mierda tus creencias
de Estados alimentados
por la sangre de infelices
sometidos y explotados.
 A la mierda postulados
de luchas de clase bastardas
donde el despotismo manda
y el miedo impera por ley.
 Me da igual si es presidente,
si es un rey o comandante,
si somete a los currantes
por decreto o por mandato.
 Si, mientras se llena su saco,
vacila de ser humilde,
con la vanidad en ristre
y con un rifle entre las manos.
 Dices que somos hermanos
de lucha contra la injusticia,
te retratas con tus actos,
tu bandera es la estulticia.
 Pero yo no creo en trapos,
tampoco en países de Alicia
donde siempre manda el capo
y el resto paga las pifias.
 Comunista con lo ajeno,
con lo tuyo, caso aparte,
sólo tu dogma es el bueno,
los demás son ignorantes.
 Actitudes delirantes,
paranoias colectivas
donde lo único imperante
son cotilleos y movidas.
 La unidad, una ilusión
si es por fuerza o por decreto,
tu rebeldía de salón
es sólo pose y panfleto.

Indiferencia

 No entiendo nada,
no me preguntes
la negativa es la única opción.
 Crecen las ganas,
el suelo en las nubes,
pozos sin fondo para el traidor.
 Me sigues y yo no me escondo,
te estaré esperando aquí, sonriente,
no muestro mi rabia, respiro bien hondo,
no nado, buceo a contracorriente.
 Los mismos conceptos,
diferentes maneras de expresarlos,
bajo una escalera, miradas de tuerto,
la suerte torcida no puede arreglarlo.
 Mordidas las uñas, ahogados los llantos,
tormentas de otoño en los bancos mojados,
que vengan Jesús y el Espíritu Santo
y se metan su fe por lo más sagrado.

Cuatro paredes

 Ahuyenta los temores,
despeja las dudas enquistadas en la mente,
alimenta mis dolores
a disgustos ya vividos, decepciones permanentes.
 Cuatro paredes.
Cuatro rejas que separan un cuerpo de un deseo
asfixiado y recurrente.
 Distante, pero no ausente,
las batallas que peleo
a solas contra mis demonios
me hacen ver que hay pocas cosas
realmente trascendentes.
 Vivo todo lo que pueda
por si me alcanza la muerte,
da igual si tú no me esperas,
te tendré siempre presente.
 Este tedio transitorio,
estas ganas de quererte...
¿sentimientos ilusorios?
como todos, no lo niegues.

Diatribas

 La distancia que separa tus labios de mis labios,
las caricias nunca dadas, los polvos que no hemos echado,
un adiós tan penetrante como el ruido de un disparo,
recurrente interrogante prenguntarte en qué has fallado.
 La causa se torna en culpa,
si te entregas demasiado,
la realidad hace pupa
y lo vivido se diluye entre recuerdos añorados.
 Es la rabia que destruye tu puta normalidad,
son las ganas de escaparte o los deseos de reventar,
toda esa sangre que fluye por la calle o por tus venas
piensas en la solución y tu cabeza es el problema.
 Me revienta perder tiempo en todo lo que dejo atrás,
me da pena contemplar que aquello acabó para siempre,
sé que no podré saciar el fulgor de un primer beso,
por eso no temo en gastar los pocos cartuchos que queden.
 Ahora escucha...
la melodía que se desliza por debajo de estos versos,
las adversidades achuchan,
pero aún quedan motivos para romper los espejos.
 ¿Ves eso que brota entre letras?
¿Puedes verlo? es mi pellejo,
mis excesos, mi apatía,
la voz que aniquila al silencio.