jueves, 21 de mayo de 2015

No gano pa dentistas

 Se me saltan los empastes de la rabia
cada vez que aprieto los dientes
y contemplo cómo los que tanto hablan,
ni escuchan, ni saben, ni tampoco entienden.
Y se venden y te venden por un saco de monedas,
y te mienten y te mientes pensando en el mal menor,
se desdicen y no temen ni siquiera que te creas
una idea inconsecuente a la que llaman solución.
Traficando con las vidas de la gente
y viviendo a todo trapo yo también soy el mejor,
sobornando a los prebostes y robando impunemente,
cualquiera se hace carrera, sin esfuerzo, ni sudor.
Sinvergüenzas se camuflan para ver si algo les cae,
caraduras desalmados se aferran a su poder,
es difícil aclararse en los manejos que se traen,
pues todos quieren su parte, forrarse y caer de pie.
Y los muertos resucitan y les votan,
y les pillan con las manos en la masa y ni se inmutan,
se lo dices a la cara y les rebota,
te recetan su mordaza de calabozos y multas.
Escucharás mil y un veces esa voz que te dirá:
“es mejor no rebelarse y aceptar lo que vendrá”
si tienes dos dedos de frente y respiras, lo sabrás:

claudicar es condenarse a mendigar tu dignidad.

K.O. por puntos

Más allá de lo evidente,
superior a toda lógica,
el criterio, disidente,
la derrota es anecdótica.
Las circunstancias y el sino
se salvan juntos o mueren,
si no aprecias lo que tienes
resígnate a ser un cretino.
“¡Muera el pan y viva el vino!”
el veneno más potente
corre por tus intestinos.
Y no hay cuerpo que sustente
más golpes dados a ciegas,
en esta estúpida refriega
en la que estamos metidos.
Cabizbajos, doloridos,
si blanca, ni ocupación,
señalados, sometidos,
acostumbrados a olernos
ya de lejos la traición.
Los eternos castigados
a la esquina o al rincón,
los que llevamos los palos
porque “somos lo peor”.
Los que llenamos las celdas,
los juzgaos y calabozos,
los revoltosos que acaban
en las fosas y en los pozos.
Los locos demasiado cuerdos
como pa tomarse esto en serio,
los que suplen las carencias

con pasión y con ingenio.

Annus Horribilis

 Mantener la mente ocupada
en una idea que no sea
esta obsesión endiablada.
Dejar de sentirme morir a cada minuto,
a cada bocanada
de este aire viciado
por un deseo incorrupto.
Vomitar hasta la bilis,
saltarme este annus horríbilis,
cansarme de estar cansado...
aterido y abrumado
por esta absurda soledad.
La vida no tiene piedad,
los problemas superados
se revuelven pa decirme
que no hay cómo resarcirme
de un temor tan colosal.
Retando a la gravedad
que me aplasta contra el suelo,
me convertí en un señuelo
de un sueño por alcanzar.
Ya apenas puedo volar
más que en un delirio insano,
entre onírico y mundano,

pero siempre acaba mal.

Tormenta

  Cuento los segundos que separan
el relámpago del trueno,
espero una tormenta, una descarga,
que libere la tensión que llevo dentro.
El agua forma un río en las aceras,
encharca los portales de las casas,
empapa a esta cabeza de madera,
pregunta descarada: “¿qué te pasa?”
Las gotas se suicidan con violencia,
rebotan en los coches aparcados,
murmuran: “¿qué más quiere su excelencia?”
hacer como vosotras y partirme en mil pedazos.
Los rayos iluminan las miradas
de gatos callejeros asustados,
maúllo yo también de madrugada,
me siento igual de sucio y de mojado.
Reviento las paredes con palabras,
mi alma en otro verso desnortado,
cordura, me has dejado en la estacada,

sufrir esta tortura me mantiene concentrado.

Rohypnol

 No podrán decir que no lo he intentado,
pero me sienta como una patada en los huevos,
luchar en esta guerra solitario y desarmado,
sabiendo que al morir venderán hasta mis huesos.
Lo menos importante aquí es salir ileso
de este juego de cobardes que nos tiene maniatados,
esperando otra avenida de codicia y de progreso,
mientras lo primordial se nos escapa de las manos.
¿Y crees tenerlo todo controlado?
¿De veras crees que siempre va a salir todo rodado?
Escucha cómo grita la locura,
la droga no es la cura pero calma al desgraciado.