lunes, 27 de septiembre de 2010

Punto final

Cuando hablamos de crímenes,
de muertes y atentados
se nos olvida mirar en los orígenes,
los culpables casi nunca son ajusticiados.

Las mayores masacres se cometieron
en nombre de una patria o de un Estado,
muchos inocentes perecieron,
y unos pocos a su costa han prosperado.

Son cloacas de una democracia
tan pulcra y civilizada como quienes la manejan,
los mismos que eran parte de aquella aristocracia,
ahora lideran partidos o entre halagos los entierran.

Qué bien os vino olvidar,
cuando eran vuestras manos
las que estaban manchadas de sangre,
cómo os gusta aparentar
que lo malo ya ha pasado
y todavía hacéis alarde.

Os sentís libertadores
y no fuísteis más que cómplices
de asesinos, dictadores,
no habéis cambiado ni un ápice.

Leyes de punto final
no conseguirán que olvidemos,
que el último siempre paga
los errores del primero.

miércoles, 15 de septiembre de 2010

Por defecto

La mayor de mis virtudes
es conocer mis defectos,
y el mayor de mis defectos
es no hacer nada por cambiarlos.
Será cuestión de actitudes,
de mirar para otro lado,
de aparentar ser perfecto
siendo sólo un pobre diablo.
Encerrado en una celda
conocida como cuerpo,
alienado de por vida,
de palabras me alimento.
Despierto en mitad de la nada
en una casa sin cimientos,
por tejado una ensenada,
por ventanas mil lamentos.
La estética es algo efímero,
pues todo se acaba pudriendo,
se repiten cual polímeros
los errores en el tiempo.

lunes, 13 de septiembre de 2010

El palo y la zanahoria

Caminos inciertos
que parecen no tener salida,
soledad por argumentos
ante una multitud sin corazón
ni puntos de partida.
Embotado en desazón
contemplando un futuro con desgana,
cultivo creencias paganas
sin castigos ni ambición.
Esclavos con cadenas invisibles,
en forma de trabajos alienantes,
lo nimio se vuelve importante,
lo prioritario se vuelve prescindible.
Atados a un calendario,
tragándonos nuestra miseria,
el palo y la zanahoria,
la memoria de la histeria.
Buscar más allá de estos cuerpos
que se hacinan en ciudades,
matar el instinto egoísta,
la causa de nuestros males.

Devaneos

Puedo entregarme una noche a tus deseos
pero a la mañana siguiente sé que me arrepentiría,
con lo prohibido mantengo devaneos
me dormí en plena calle y desperté cuando partías.
Igual que te encontré te fuiste
mas aprendí a no echarte de menos,
"te quiero mucho, amor", sé que mentiste,
nos conocíamos más de lo que ambos nos creemos.
No necesito tu recuerdo si eso supone un lastre,
ni madrugadas aciagas bebiéndome hasta el mar,
soy el mismo al que quisiste, el mismo al que abandonaste,
y, aunque por dentro esté triste, mis penas puedo expulsar.

viernes, 3 de septiembre de 2010

Navajas sin filo

La doble moral sigue vigente,
desde el rico repugnante hasta el tipo más corriente,
palabras cariñosas y mirada arrogante,
mentes andrajosas tras vestidos elegantes.
No te importa recoger la mierda de tu perro pero sí la de tu padre
y por eso lo encierras en un sucio asilo,
"no tengo tiempo, es mucho trabajo, no puedo ocuparme"
excusas baratas, manidas, navajas sin filo.
"La culpa de todo la tiene el inmigrante",
lo explotas y exprimes sin llegar a importarte,
un contrato inexistente, tú la parte contratante,
con dinero y sin dinero tú siempre quieres lucrarte.
Gran casa, buen coche y a vivir a todo trapo,
llegada la crisis, el príncipe es sapo,
recortes, despidos, ya no hay subvenciones
que compren tu voto con circo y millones.
Te quejas de que el joven se refugia en el alcohol
y te metes diez copazos para olvidar los problemas,
vas a casa conduciendo y luego te pilla el control,
"verá, señor agente, me he tomao media cerveza".
Te crees persona decente por votar a la derecha,
vas a misa los domingos para sentirte mejor,
nunca sales de tu nido absurdo de miras estrechas,
juzgar por las apariencias y luego dar el sermón.
¿Cuánto cuesta tu perdón si no sabes lo que es eso?
gritas como un poseso imponiendo tu discurso
tan monótono e inútil que produce somnolencia,
manteniendo una creencia basada en el puedo y abuso.

Incierto

Ríos de certezas desembocan
en mares de dudas,
ideas que se ahogan en un agua
tan letal y necesaria como pura.

La juventud se va escapando
como hojas caducas arrastradas por el viento,
los días grises acechando,
intentando discernir sentido de sentimiento.

Las calles se llenan de sombras,
los árboles tienen miedo,
alguien yace entre las sobras
de las luces del invierno.

Estériles horas buscando
recodos donde lo incierto
no se convierta en costumbre,
más hambre para el hambriento.

Vinagre para el sediento,
dinero para el poderoso
arena para un desierto
de nubes en días lluviosos.