Hago míos tus demonios
y me desangro en lágrimas,
ojeras y caras lánguidas
son el más fiel testimonio.
Que se evapore este agobio
bajo una ducha caliente,
que se esfume de repente
o se convierta en irrisorio.
Deseo traspasar lo corpóreo
y me estampo contra un muro,
me levanto, me sacudo
y vuelvo a intentarlo otra vez.
Y no es memoria de pez
lo que hace sangrar mis heridas,
son las noches mal dormidas
tras tropiezos y traspiés.
Emociones tan intensas
que me vuelven del revés,
sobran ganas, faltan fuerzas,
no hay opción, resistiré.