Locales comerciales cerrados a cal y canto,
criando polvo a raudales,
las persianas dormitando.
Las vacas gordas se ha ido
y las flacas tienen hambre,
aquí todo está permitido
si no te caes del alambre.
Fachadas con capas siniestras,
manchadas de polución,
En un autobús hacinados,
Y siempre la misma canción...
en la radio de ese trasto
que transporta nuestro cuerpos,
nuestros monótonos rastros.
Esperando en la estación
la gente parece impasible,
concentrada en la misión
de hacer lo visible invisible.
Lo cotidiano se pudre,
la poesía muere bella,
los motivos que nos hunden
nos hacen más fuertes con ella.
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