Coleccionando derrotas

Te sigo queriendo
como tú nunca me has querido,
sin temor al sufrimiento,
sin mesura y sin motivo.
Como la tierra a la lluvia
tras tres meses de sequía,
como la noche a la luna,
como el preso a la amnistía.
No es fácil salir ileso
con los sentimientos a flor de piel,
no es fácil guardarte dentro
todo aquello que te agota.
Voy horadando mi tiempo
como a la piedra el cincel,
coleccionando escarmientos,
ilusiones y derrotas.

Evasión

Deseo escapar lejos.
A planetas de atmósferas irrespirables,
a la velocidad con la que el olvido se come los recuerdos,
burlando las férreas reglas que nos hacen ser mortales.
No quiero escuchar más necedades,
castillos de arena o de naipes,
cimientos de medias verdades.
Fantasías demenciales
donde no haya restricciones
para amar y ser leales
sin orgullos, ni ambiciones.
No añoro tiempos mejores
porque nunca los ha habido,
no estuve entre los más pobres
pero no entiendo a los ricos.
Odia a los "listos",
conforta a los corazones nobles,
defiéndete a mordiscos
de quien quiere que no estorbes.
Si no estoy, me tiré al monte,
a resistir como un lobo
las trampas y el plomo del hombre.

Post Mortem

El corazón ya no late
porque el cerebro le ha ordenado que se pare,
el hígado se ha colapsado de tragar agua de váter,
los pulmones encharcados pelean por bombear aire.
Las venas no llevan sangre sino litros de gasóil,
los huesos descalcificados se rompen con una mirada,
las retinas se han secado y cubierto de costras blancas,
la memoria le pregunta al hipocampo: "¿dónde estoy?".
Un ejército de caries
se hace fuerte entre las muelas
horadando galerías por debajo de la lengua,
pequeños trozos de esmalte
tragados por la garganta
van desgastando el esófago
con aristas afiladas.
No hay nudos en el estómago
pero hay úlceras de pus,
millones de entes patógenos
vulnerables a la luz.
No hay dolor, Decrepitud.
No hay nostalgia del pasado,
ni deseos de juventud.
¿Dónde estarás, Salud,
si al cuerpo has abandonado
a merced de los gusanos
que crecen en el ataúd?

Eterna búsqueda

Me entretengo en un rincón
llenando con humo los huecos de mi memoria,
será extraña enfermedad o locura transitoria,
pero es mía y no me quejo,
ni con ella ni sin ella estoy mejor ni peor.
Me veo frente al espejo
envejeciendo cada día,
mi refugio es el silencio
frente a intenciones sombrías.
Las puertas que se cerraron
son momentos no vividos,
castillos que se derrumbaron
por los golpes del olvido.
Y si el viento no sopla a mi favor,
resistiré o me arrastrará,
mas no me lamentaré,
mi voz seguirá siendo mi voz,
persiguiendo sin descanso
resquicios de libertad.