Morir de éxito o de miseria
es lo mismo a fin de cuentas,
lecciones de escapismo
para acabar tirado en la misma cuneta.
Juego con el léxico
y el cansancio acumulado no da tregua,
millones de destinos idénticos,
una fina línea que separa
el orgullo y la vergüenza.
Me fajo con seis cuerdas,
con palabras que adquieren
el sentido que cada uno quiera darle,
sólo un cerebro que arde,
sólo una puerta entreabierta,
soportando los desastres,
aprendiendo, aunque no quiera.
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