El sonido de las gotas de lluvia
estrellándose contra el suelo,
eso es lo que aspiro a capturar
en un rincón de mi cerebro.
Bostezos,
voces del aburrimiento
pidiendo a gritos que algo pase.
Suena la alarma y, quien pueda, que se salve,
las salidas de emergencia están tapiadas
y atadas con cadenas de incomprensión.
Se abre la veda.
Nos devoramos los unos a los otros
y luego sonreímos como imbéciles.
Nos creemos rebeldes y somos dóciles,
las teorías son muy fáciles,
pero todos preferimos no movernos del sillón.
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