No dices nada…
Y yo, cabizbajo,
recorro las calles
deseando
reencontrarme de bruces
con tu mirada.
Esperando levantar
la vista
y que me deslumbre
tu luz
en una húmeda
mañana de nubarrones grises.
No dices nada…
y mis propios
pensamientos se rebelan
y se convierten en
mis más crueles enemigos.
Asediándome cuando
menos me lo espero,
golpeándome tan
fuerte, que a veces prefiero la muerte
a este inefable
desasosiego.
No dices nada…
Pero sigo luchando a
tumba abierta
contra estos
gigantes que ojalá fuesen molinos.
Sin más armas que
mi sonrisa y mi palabra
acumulando
sentimientos que ya no sé dónde meter…
No hay comentarios:
Publicar un comentario