¿Compensan tantos
pinchazos
por frutos de
zarzamora?
¿Compensa contar
las horas
que me empujan al
rechazo?
¿Compensa tanto
egoísmo
en un silencio
endiablado?
¿Compensa sentirse
olvidado
o es pecado el
victimismo?
De tanto pensar si
compensa
en diálogos con uno
mismo,
ahora espero un
cataclismo
que transgreda a la
protesta.
Las élites piden
aplausos
y que alcemos sus
banderas,
el miedo erige
fronteras
de prejuicios que
son falsos.
Como falsa es la
moneda
con la que nos
compran la vida
quienes no tienen
diatribas,
ni principios, ni
dilemas.
No hace falta que me
apuntes,
me pongo yo en la
diana,
grito y no me da la
gana
cambiar para que te
guste.
No hace falta que
te asustes
si no creo en tu
sistema,
ni apoyo tu
estratagema
de coacciones y de
embustes.
Y, quizás, nunca
me ajuste
a tus normas y
opiniones,
pero tengo
convicciones
y no quiero que me
ilustres.
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