Compite por tu trozo de presidio,
trabaja para así aumentar tus deudas,
opina y no te salgas (que es delito)
de las líneas marcadas que la ley convierte en reglas.
Rechaza lo que no está establecido,
cultiva una coraza de apariencias,
complace al sufridor por seguir vivo
dale un tiro de gracia y que le sirva de experiencia.
Condena y no preguntes el motivo
señala sin medir las consecuencias,
aplaude al que ejecuta los castigos,
abraza los barrotes del odio y la intransigencia.
Prejuzga y etiqueta al oprimido,
alaba a quien te pone las cadenas,
entrégate al mayor de los olvidos:
suprime tus instintos y cámbialos por carencias.
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