Las tripas suenan
pero la boca no tiene hambre,
no quiere tragar polvo,
ni escupir saliva y sangre.
La conciencia en el desguace,
la moral para el arrastre,
la voluntad empeñada
en no evitar el desastre.
Si espero más, desespero,
si lo grito es pa callarme,
prefiero un gesto sincero
a mil parrafadas en balde.
El hastío en mi mirada
simplemente ha de bastarte
para entender sin palabras
que esto puede superarme.
Y si no rebosa el vaso
y los besos ya no saben,
al corazón haré caso,
la cabeza pa guiarme.
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