Los dedos arrugados
de naufragar en lágrimas,
temores enquistados,
el peso de las ánimas.
Deseo encarcelado
tras rejas invisibles,
instinto cercenado
por reglas inservibles.
Y soy servidor, no sirviente,
mas esclavo de mí mismo,
lo cortés y lo valiente
reflejando un espejismo.
Quizás consecuencia inherente,
escapo de lo corriente,
no pienso esperar nada más.
No hay comentarios:
Publicar un comentario