Siempre hay alguien arrogante,
dispuesto a intentar alumbrarte
y a cantarte las verdades
de tu error existencial.
Siempre hay alguien desquiciante
que cree que está por delante
y con derecho a mostrarte
su superioridad moral.
Soy un hombre, como carne
y no me siento orgulloso,
pero otro argumento tramposo
me dirá que lo hago mal.
Que por serlo formo parte
de un complot tan tenebroso,
tan mezquino y tan odioso
que me impide razonar.
Y las cosas que no elijo,
se convierten en estigmas,
haber nacido con pijo
o en cierta clase social.
Buscarle los entresijos
para olvidar lo evidente
es la táctica envolvente
que nos hace zozobrar.
Pues claro que odio al sistema
y soy sensible a tus problemas
aunque no sean los míos
y no es nada personal.
Pero no soy tu enemigo,
ni vivo en una trinchera,
ni sólo miro mi ombligo
cuando toca pelear.
Y me jode que te pisen,
y esa injusticia me enerva,
y me jode que te creas
que soy parte de esa mierda.
También tengo cicatrices,
percances, desgracias y penas,
y, cuando me doy de narices
suelo hallar una respuesta.
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