Cada vez me cuesta más
traspasar esa pared
que me separa de ser
y me impide hallar la paz.
Cada vez me cuesta más
aguantar la estupidez
de quienes creen que el poder
nos otorga libertad.
Cada vez me cuesta más
llegar a atisbar o entender
las razones de una fe
que se basa en no escuchar.
Cada vez me cuesta más
concentrarme en un papel
con el tedio a flor de piel
y un resto de voluntad.
Cada vez me cuesta más
olvidar y obedecer
o agradar por pretender
otro estímulo carnal.
Cada vez me cuesta más
pero qué se le va a hacer,
sigo jugando a crecer
como un mísero mortal.
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