Guerras de cifras,
batallas de opiniones,
siempre gana el que más grita
o el que tiene más cojones.
Te juzgan por lo que seas
y no por lo que haces,
y cuídate si deseas
que tu opción nunca coarten.
Porque eres culpable de aspectos
que ni siquiera has elegido,
la histeria se nutre de adeptos,
fanáticos y convencidos.
Ya no sirve razonar
en un mundo enrarecido,
ya no sirve demostrar
en este diálogo fallido.
Iguales queriendo ser
diferentes y enfrentados
por su cuota de poder
o por su nicho de mercado.
No basta con imponer,
ni con permanecer callados,
culpables siempre ha de haber
arriesga, tira los dados:
Ácrata en el 36
frente a Stalin, Mola y Franco.
Negros en pleno apartheid,
contra minorías de blancos.
Rosa Parks en Yueséi
de Ida Wells siguió el legado.
Estudiante en Tiananmen,
hileras de tanques parados,
en Ciudad Juárez mujer
eliminando a los narcos.
Judío llevado en tren
y un horno como destino,
palestino en Israel
entre bombas de racimo.
Enemigo de Pol Pot,
al hoyo por usar gafas,
hereje en la Inquisición
torturado por bocazas.
Sin visado en Nueva York,
gay arrestado en Lubyanka,
Iqbal Masih y su valor
sucumbieron a las balas.
De violencia y de terror
ejemplos nunca nos faltan,
mas no sobra pundonor,
ni conciencia, ni esperanza.
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