Cuando fracases
algunos lo lamentarán,
otros, en cambio sentenciarán: “Se veía venir”.
Muy pocos lo harán a la cara
unos cuantos de espaldas a ti.
“Qué mala suerte, que mala pata...”
son de esa clase de frases
que sueltas cuando no tienes nada que decir.
Compras tiempo para disfrutarlo
y siempre te parece poco,
tienes mil lujos y comodidades
pero no sirven si no puedes enseñarlos,
caprichos frívolos, preso de vanidades,
estados mentales de un juguete roto.
Tú quieres ser joven para siempre
como una estatua de cera,
yo dejo que el tiempo ponga arrugas en mi frente,
pa lucirlas orgulloso ante la muerte certera.
Aquí sobran los cerrojos y faltan palabras sinceras
sobran basura y despojos
envueltos en finas telas,
uniformes y galones,
cabezas con forma de celda,
que reprimen emociones
y no pesa en su conciencia.
Estaremos pendientes de entradas siguientes.
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