Las cuatro de la mañana
de un miércoles de marzo,
me asomo a la ventana
a ver si me fumo un cigarro.
Oigo voces en la calle
y veo la luz de un portal
una pareja discute
de forma no muy normal.
El hombre la agarra del cuello
y le reprocha a bofetadas,
ella llora arrinconada
yo grito: ¡déjala en paz!.
El hombre sigue insistiendo,
y dice que le da igual
que aparezcan los maderos
o toda la guardia real.
Cojo el móvil, marco un número,
y no me hacen esperar,
tras tres o cuatro minutos
se acerca la nacional.
Cinco coches, tres secretas,
y otros tantos de uniforme
buscan la puerta correcta
que les rellene el informe.
Unas vecinas se asoman
por detrás de una persiana,
un policía interroga
pero ellas no saben nada.
Preguntan puerta por puerta
y el silencio es la respuesta,
habitan pared con pared
demonios de sonrisa apuesta.
¿Cuántas de ellas perecieron?
¿Cuántas más perecerán?
aunque ahora esté tan mal visto,
el miedo duerme en su cama
y es difícil de parar.
No hay comentarios:
Publicar un comentario