El cielo púrpura se vuelve añil
a medida que la tarde va cayendo,
un semáforo en ámbar, un edificio gris
bajo una nube negra cargada de rayos y truenos.
Un bosque verde que llega
hasta donde alcanza la vista,
metros cuadrados de fábricas
kilómetros de autopistas.
Un manto de hiedra que trepa
en pared de piedra caliza,
un gusano en su manzana
pegándose su última cena.
Un puzzle que nunca se acaba
es buscar palabras precisas,
pararse donde otros no paran,
convertir vientos en brisas.
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