viernes, 27 de febrero de 2015

Ignoto

Ladran, luego cabalgamos
y, si nos toman por locos,
mejor pa nosotros,
duelen, no se hacen livianos
los sentimientos ignotos
que nos hacen desertar.
Compartir el mismo aire
que quien no quiere que existas,
convivir con el delirio de vivir en libertad,
intentar ser algo más que un número en una lista
en un laberinto de espejos al que llaman sociedad.
“El trabajo os hará libres” de todo lo que no sea
currar como perros hambrientos por un mendrugo de pan,
desconectar algún finde, acceder a una vivienda
y pagarte una caja de muerto cuando llegue tu final.
Dejamos pasar el tiempo como vacas mirando al tren,
nos quemamos por salir de esta asquerosa rutina,
un refugio en nuestro ego nos hace fingir que está bien
nuestras neuronas segregan complacencia y dopamina.
La madurez discrimina
esa cándida inocencia que nunca va a regresar,
más peso para una conciencia
acomodada y anodina,
caída libre en la evidencia


de los días por quemar.

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