Mantener la mente ocupada
en una idea que no sea
esta obsesión endiablada.
Dejar de sentirme morir a cada minuto,
a cada bocanada
de este aire viciado
por un deseo incorrupto.
Vomitar hasta la bilis,
saltarme este annus horríbilis,
cansarme de estar cansado...
aterido y abrumado
por esta absurda soledad.
La vida no tiene piedad,
los problemas superados
se revuelven pa decirme
que no hay cómo resarcirme
de un temor tan colosal.
Retando a la gravedad
que me aplasta contra el suelo,
me convertí en un señuelo
de un sueño por alcanzar.
Ya apenas puedo volar
más que en un delirio insano,
entre onírico y mundano,
pero siempre acaba mal.
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