Más allá de lo evidente,
superior a toda lógica,
el criterio, disidente,
la derrota es anecdótica.
Las circunstancias y el sino
se salvan juntos o mueren,
si no aprecias lo que tienes
resígnate a ser un cretino.
“¡Muera el pan y viva el vino!”
el veneno más potente
corre por tus intestinos.
Y no hay cuerpo que sustente
más golpes dados a ciegas,
en esta estúpida refriega
en la que estamos metidos.
Cabizbajos, doloridos,
si blanca, ni ocupación,
señalados, sometidos,
acostumbrados a olernos
ya de lejos la traición.
Los eternos castigados
a la esquina o al rincón,
los que llevamos los palos
porque “somos lo peor”.
Los que llenamos las celdas,
los juzgaos y calabozos,
los revoltosos que acaban
en las fosas y en los pozos.
Los locos demasiado cuerdos
como pa tomarse esto en serio,
los que suplen las carencias
con pasión y con ingenio.
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