Cuento los segundos que separan
el relámpago del trueno,
espero una tormenta, una descarga,
que libere la tensión que llevo
dentro.
El agua forma un río en las aceras,
encharca los portales de las casas,
empapa a esta cabeza de madera,
pregunta descarada: “¿qué te pasa?”
Las gotas se suicidan con violencia,
rebotan en los coches aparcados,
murmuran: “¿qué más quiere su
excelencia?”
hacer como vosotras y partirme en mil
pedazos.
Los rayos iluminan las miradas
de gatos callejeros asustados,
maúllo yo también de madrugada,
me siento igual de sucio y de mojado.
Reviento las paredes con palabras,
mi alma en otro verso desnortado,
cordura, me has dejado en la estacada,
sufrir esta tortura me mantiene
concentrado.
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