Me
entrego a ti sin oponer resistencia,
como
el último salvaje en una selva devastada,
te
doy mis ojos, mi sudor y mi consciencia,
a
sabiendas de que no voy a obtener a cambio nada.
Esbozo
un verso para ver cómo se pudre en el olvido,
trazo
los planos de mi huida en trozos de papel mojado,
cuento
los pasos con los dedos y me pierdo, pero sigo
calculando
cómo hacer pa no llegar a ningún lado.
Las
puertas que me han cerrado en las narices
las
hostias que he chupao por no seguir las directrices
no
son nada comparado con la angustia y la desgana que produce
encontrar
cientos de sombras donde todos ven las luces
de
un futuro más humano cuando llegue ese mañana
“donde
todos son felices y no mueren y no sufren”.
…
Mientras tanto,
exprimiré
el último aliento,
le
daré mi agua al sediento,
viviré
a corazonadas.
Cambiaré
caras de espanto,
de
tortura y de tormento
por
noches de cielo abierto
al
calor de tu mirada.
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