Diez de cal y diez de arena,
y, después de tantos años
aún no sé cuál es la buena.
Complacencia y autoengaño,
aliados de una pena
que se crece y hace daño
cuando menos te lo esperas.
Te hago un sitio en mi burbuja
doy, no espero nada a cambio,
si los instintos me empujan
soy y no me siento extraño.
Pues siendo no temo a no tener...
el silencio se retuerce en otra bola de
papel,
en cuerdas de una guitarra,
en el tacto de tus labios,
en tardes subido a la parra
consumiendo el calendario.