jueves, 29 de diciembre de 2016

Las horas bajas

 Una idea en la cabeza
como la bala en el tambor de una pistola,
otra historia que te aleja
y que se cierne como sombra en la memoria.
Es procesión mortuoria
de guadañas oxidadas
o sensación premonitoria,
pero desgarra y se clava.
Como el muerto sin mortaja,
ni ataúd para pudrirse
bajo esta tierra mojada
doblada por no partirse…
porque ya estaba partida,
doblegada, dividida
y cosida en carne viva
sobre los tiempos felices.
Aquel amasijo de hierros
alberga el lejano fulgor
que yació tras el destierro
de un inesperado adiós.
Y en las puertas del infierno
el frío sienta mejor
que otro gris remordimiento

de inefable mal humor.

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