Una idea en la
cabeza
como la bala en el
tambor de una pistola,
otra historia que te
aleja
y que se cierne como
sombra en la memoria.
Es procesión
mortuoria
de guadañas
oxidadas
o sensación
premonitoria,
pero desgarra y se
clava.
Como el muerto sin
mortaja,
ni ataúd para
pudrirse
bajo esta tierra
mojada
doblada por no
partirse…
porque ya estaba
partida,
doblegada, dividida
y cosida en carne
viva
sobre los tiempos
felices.
Aquel amasijo de
hierros
alberga el lejano
fulgor
que yació tras el
destierro
de un inesperado
adiós.
Y en las puertas del
infierno
el frío sienta
mejor
que otro gris
remordimiento
de inefable mal
humor.
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