El ostracismo es mi
reducto,
fugitivo en mi
propia tierra,
continuamente en
guerra,
esperando un fin
abrupto.
Mi piel es
salvoconducto
de heridas con sal
abiertas,
de miedo y estancias
desiertas
donde me muestro
incorrupto.
Otra pieza en este
absurdo
forma un pozo de
tristeza,
un lugar entre
maleza,
zanahoria, palo y
burro.
A la imaginación
recurro
para disipar mi
torpeza,
corazón frente a
cabeza
acaba en combate
nulo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario