Poesía urgente,
certificada con sudor,
sin sellos, ni remitente,
destinatario, ni autor.
Vacíos perennes
en las noches más aciagas,
una cosa es lo que cuenten
y otra es ver si te lo tragas.
Referencias vagas
de revoluciones fallidas,
de quimeras fracasadas,
de represiones y heridas.
Morir por una causa
que algunos llaman perdida,
luchar sin prisa y sin pausa,
la idea sigue encendida.
Alumbrando a corazones
que intentan matar la injusticia,
a base de decepciones
reconoces su avaricia.
He visto cómo aplaudían
la memoria de un tirano,
cómo a mí me reducían
a un joven inadaptado.
He visto cómo asentían
ante mil barbaridades,
también vi que se creían
intocables majestades.
También me he visto a mí mismo
impotente ante sus armas,
soportando su cinismo
de demócratas de masas.
También te he visto en la calle,
y no nos hemos dicho nada,
esperando a que algo estalle
aunque la mecha esté mojada.
Si ya no tienes curro
y papá Estado te ha dejado en la estacada,
que tu voz no sea un susurro
y dinamite la opulencia de la clase adinerada.
Si tus meses sólo duran quince días
y la mayoría de las veces
tu nevera está vacía,
no importa lo mucho que reces,
hazme caso, es tontería,
milagros de panes y peces
con hambre son supercherías.
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