Rómpeme la ropa
y arráncame el corazón.
Tíralo a la papelera,
canasta de tres puntos.
Los cigarros y las copas
no harán que duermas mejor,
no lo digas, cremallera,
administra tus disgustos.
Voy tirando con lo justo,
siempre en tiempo de descuento,
lágrimas para el difunto,
desaguando el desaliento.
Si aquí nada es infinito
y sólo quedan los recuerdos
plasmados en versos malditos
prefiero no removerlos.
Me duele, me quema por dentro...
ya conozco estos caminos
y ahora vuelvo a padecerlos.
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