No quiero hablar de mí...
hay cosas mucho más importantes.
No sé muy bien el motivo,
pero sigo estando aquí,
lo que siento, te lo escribo,
el resto es irrelevante.
Más desplantes,
más abusos cometidos
por seres intransigentes.
Más mierda que has de tragarte,
la violencia más brutal
en una cara sonriente.
Somos presos de conciencia
porque estamos atrapados
por coacciones y creencias
que nos marcan de antemano.
En Rusia apalean a los gays,
Fukushima escupe mierda radiactiva,
aquí cada vez más parados,
en millones somos seis,
Estados Unidos y China
mantienen su hegemonía.
Y así, con la tontería,
seguimos siendo culpables
de hacer de la monotonía
una rutina de cobardes.
No importa lo mucho que ladres,
teoría y palabrería,
sin actos de nada nos valen.
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