sábado, 4 de agosto de 2012

Diablos vivientes

Mataste a tu padre
para torturar a tu hijo con tus propias frustraciones,
de sobra lo sabes, te tira del pijo y
encima te atreves a andar vacilando y dando lecciones.

Quisiste ser joven,
quisiste ser bella,
quisiste cual chiste que todos rieran.
Tu amor entregaste
a locas y a ciegas,
mas ningún amante
por ti encendió velas.
Te encontraron muerta,
tirada en el váter,
con ropa de cama, cubierta de canas,
esperando a nadie.

¿De qué tienes miedo?
¿Qué puede pasarte?
la soga está al cuello,
sólo es un instante.
Se acabó este juego,
no sirven desplantes,
tu mortal codicia no cubre las pifias,
y estás en el lodo, tan triste y tan solo,
que el suicidio es lo único
que parece que pueda llegar a aliviarte.

Ella oía voces desde niña en su cabeza,
sus compañeros de colegio decían que estaba loca,
su familia la ignoró y la encerró en su habitación,
rodeada de tristeza y de demonios que se desbocan.
Tuvo que soportar la incompresión,
la desconfianza de la gente que creía que era peligrosa,
se cortó las venas, se tiró desde un balcón,
pero sobrevivió y peleó por ser persona.

Diablos vivientes que yerran y sufren,
historias que tienen sabor agridulce,
escuelas de tedio y de malas pasadas
ejemplos perennes desgarran el alma.

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