Mucho tiempo estuve ciego,
como dicen de San Pablo,
muchas noches de trasiego
con vino de últimas cenas.
Lee las Bienaventuranzas
y entenderás de qué hablo
la gente quiere verbenas
folklore y no espíritus santos.
Quieren ser aquel camello
capaz de pasar por la aguja
jamás pensaron en ello
los de la infame burbuja.
Ya no queda casi suelo,
hicieron pisos de saldo
billetes trincaron al vuelo
y el peón se creyó hidalgo.
Media tierra es de los bancos
y la otra media está en llamas
avaricia el hombre blanco
extiende de Uganda a Bahamas.
Y ya no me quedan ganas
de hacer entender a algunos
que lo que progreso llaman
no es más que egoísmo absurdo.
Que mi existencia no cabe
en un decorado vulgar
donde lo más importante
es tener o aparentar.
Sin causas por las que luchar,
vivir ya no es necesario
y nuestro mayor adversario
es el miedo a razonar.
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