Ahí afuera llueve a mares
mas nieva dentro de mí,
estuve en aquellos lugares
adonde nadie quiso ir.
Ruinas y matorrales,
vestigios de ayer olvidados
ríos de secos caudales
bosques de árboles quemados.
Mi cerebro un vertedero
de ideas que ya no sirven,
en medio de un atolladero
siento porque algo en mí vive.
Y mis manos ya no escriben,
mis ojos no quieren ver
más odio del que reciben,
más hambre que engañe a esta sed.
Sombras que hacen compañía
cuando estoy solo y cansado,
carreteras, autovías,
que no van a ningún lado.
Entre montañas me pierdo,
aunque hoy el cielo esté gris
calo mi piel y mis huesos
de todo aquello que perdí.
Huelo la tierra mojada,
me refugio bajo un árbol,
contemplo una noche estrellada
tras nubes de tedio y de mármol.
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