Últimamente no hago más que dormir,
mis párpados se cierran y no puedo distinguir
si es real la pesadilla,
si es un sueño este sentir,
camino de nuevo a hurtadillas,
a oscuras por dentro de mí.
Un niño pequeño encerrado
en un cuerpo que va languideciendo,
un cerebro saturado,
desquiciado y sin aliento.
Un corazón bombeando
más sangre en forma de versos,
pulmones alquitranados
testigos de mis excesos.
Golpeo hasta que no siento
mis puños contra esta prisión,
no me sirve de escarmiento
poder superar el dolor.
Gruesos muros de tormento,
frías noches sin pasión,
cicatrices de cemento
y más promesas sin valor.
Sin rendición.
Aunque ya no queden fuerzas,
aunque las cosas se tuerzan
y todo vaya a peor.
Ya sé que no es adecuado
no mirar para otro lado
pero no sería yo...
si no fuera un desgraciado
víctima y ejecutor
que intenta olvidar un pasado
de ansiedad y frustración.
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